23 de Abril de 2018, el final.

23 de Abril, Día del Libro y nuestro librero por excelencia nos ha dejado, como una macabra broma pesada de la vida. Soy Unai, su hijo, ahora me toca a mí escribir una despedida, un cierre, vaya papelón. Javi lleva escribiendo aquí años y tuve un gran debate conmigo mismo sobre si cerrarlo o dejarlo abierto, al final creí que dejarlo era lo correcto, era lo que él amaba, “a su pesar”, y es bonito que podamos seguir leyendo tantos años de su pasión. No voy a ponerme emotivo y a recordar lo bueno que era, no es lo que él querría y ya lo sabéis todos de sobra. Pero si quiero agradecerle haberme contagiado la pasión por los libros, y no menos importante, por el cine. He crecido rodeado de libros, he leído desde que era un moco, incluso he escrito recomendaciones siendo bien pequeño, porque quería ser como él, y eso no ha cambiado. Con 12 años me hizo ver “Ciudadano Kane” y la trilogía del “Padrino”, soberano aburrimiento en aquel momento, pero ahora no puedo estar más agradecido. Vivimos entre libros y cine, y se fue entre libros y cine (y lo más importante, entre risas) Pensé también en quitar el apartado de “Estoy leyendo…”, pero luego pensé, “qué tontería, seguro que sigue leyendo”. De tal palo tal astilla, ahora yo, estudiando en Salamanca (como él) y escribiendo sobre cine en una revista (de cuyo nombre no quiero acordarme). Él perdió a su padre de bien joven, y a mí me toca vivir la misma mierda. Es todo injusto y todo una puta mierda, pero creo que (pese a todo) fue feliz, y más importante, se fue feliz. Gracias a todos los que lo habéis acompañado en este viaje, no habría sido el mismo sin vosotros: libreros, escritores, lectores, radiofonistas, “jipis”, periodistas, amigos… A vuestro pesar o no, gracias.

Para cualquier cosa, podéis localizarme aquí, en el correo, en el teléfono, o en las calles de Salamanca… Sentíos libres de compartir y preguntar lo que creáis oportuno.

Un beso a todos.

“Odio internet” de Jarett Kobek

Al cerrar esta entretenida novela, cualquier persona con sus facultades mentales no demasiado dañadas (independientemente de la cantidad de melanina contenida en el estrato basal de su epidermis) debería salir a la calle, dar un abrazo a cada ser humano que se encontrara en su camino y proclamar a voz en grito: «¡Odio Internet!» Resulta cruel la claridad con la que Jarett Kobek analiza nuestros actos de los últimos veinte años, esos en los que hemos regalado joyas tan valiosas como nuestros datos personales, nuestras reflexiones, nuestros gritos indignados, nuestros gestos solidarios o nuestras relaciones sexuales a corporaciones gigantes que se aprovechan de ello de un modo muy inteligente y perverso, con el único objetivo de enriquecerse.

La dibujante Adeline (con poca melanina en el estrato basal de su epidermis) y el guionista Jeremy Winterbloss (este sí con bastante más melanina en su epidermis) son los autores de un exitoso cómic a finales de los noventa y ambos nos servirán de excusa para observar (y, ojalá, reflexionar) sobre la evolución de esta sociedad hoy tan voluntariamente esclava de internet, de sus redes sociales y de los multimillonarios que cada día se enriquecen un poco más con ellas. Una sociedad tan bañada en lo políticamente correcto que ha olvidado conceptos tan importantes como la libertad, la intimidad y el honor y en la que es posible ser encumbrado o derribado según el carácter del tweet publicado esta mañana.

Y lo más curioso de todo es que la novela resulta sencilla, ligera, con una trama bien llevada y con un juego lingüístico tal vez algo pesado al principio, pero divertido al final, que el autor usa como bofetadas para intentar despertar al lector. Una tragicomedia moderna plagada de estúpidos y de estupideces que resultaría enormemente divertida, si no fuera por lo evidentemente que nos vemos responsables de esta sociedad enferma, en la que cada uno de nosotros se ha introducido por su propio pie (y sin vaselina). ¡Odio Internet!

“Tierra de Campos” de David Trueba

Tal vez quienes no soporten a David Trueba lo tengan fácil para criticar su última novela, porque en ella se encuentran infinidad de lugares comunes, cierto, pero en mi humilde opinión ¡es tan difícil no soportar a David Trueba! Y es que claro, los ingredientes que el escritor escoge para componer su novela no son fáciles de manejar sin hacer caer al lector en la desilusión o incluso el hastío: los recuerdos de un músico de éxito, su grupo con Animal (su nombre ya lo define a la perfección) y su inseparable Gus, estrella ambigua y excesiva, pero profundamente humana; la evolución de la industria de la  música en los últimos tiempos; las relaciones paternofiliales de los protagonistas… receta adecuada para obtener una correcta (e incluso exitosa), pero soporífera novela.

Pero ¡amigos! hablamos de David Trueba, director-actor-escritor-periodista capaz de construir una hermosísima película con la única excusa de la tonta estancia de John Lennon en Almería  (“Vivir es fácil con los ojos cerrados”) o de crear una emocionante (y muy divertida) aventura a raíz de la juerga-escapada de Solo y sus colegas (Cuatro amigos). Hablamos de un escritor dueño ya de un lenguaje propio que aplica con maestría y de un modo tan apasionado que convierte los temas que trata, quizás algo trillados por universales, en tiernas, divertidas y sobre todo muy inteligentes historias.

En Tierra de Campos, el autor utiliza el largo viaje de Dani Mosca desde Madrid a la comarca castellanoleonesa que da título al libro, donde dará sepultura a su padre, fallecido meses antes, para confeccionar el collage que forman los recuerdos de Dani: sus casuales inicios en la música, el despertar sexual, el amor, la amistad, la decepción… un viaje que (como casi todos los viajes) servirá de búsqueda de una identidad siempre desconocida para su protagonista. La delirante llegada al pueblo natal del padre y los agasajos recibidos como si se hubiera convertido en una celebridad mundial, servirán para que el camino sombrío y cuajado de decepciones recorrido, se convierta en el sendero deseado, por fin libre, de un esclavo de la casualidad y la inercia.

Resulta casi imposible leer la novela sin esbozar una eterna sonrisa (a menudo amarga) por las divertidas situaciones creadas, la exacta ambientación en la que nos envuelve Trueba y, sobre todo, la exquisita construcción de personajes. Un placer enorme, real y sencillo… ¿o es que acaso los placeres literarios no pueden ser sencillos?

“Canción dulce” de Leila Slimani

Al recomendar (y muy fervorosamente) la lectura de esta novela galardonada con el Premio Goncourt 2016 (el más prestigioso de la literatura francesa), lo primero que debo advertir es que el título, Canción dulce, quizá no sea sino una broma macabra de su autora Leila Slimani. Cruel, terrible o desgarradora tal vez habrían sido adjetivos más adecuados para esta canción, llena de ternura, sí, pero también de terror.

El enorme reto que se nos obliga a afrontar en las primeras páginas de este relato y que amenaza con arrancarnos las entrañas, se ve recompensado con creces cuando uno se adentra poco a poco en la novela. Con un lenguaje duro y directo como cuchilladas, que busca no despistar en lo innecesario al lector ávido de conocer los motivos de lo sucedido en su inicio, Slimani narra las tribulaciones de Myriam y Paul, padres modernos y ocupados, aunque algo desnaturalizados, a la hora de contratar a una niñera que cuide de sus pequeños. La elección de Louise, una suerte de Mary Poppins a la francesa, inteligente, sensible y siempre dispuesta a realizar cualquier tarea, por extraña y dura que parezca, y a la que los niños adoran, se convierte en una decisión sencilla y lógica.

Pero, cuando los vientos cambian de rumbo, Louise no sale volando con su paraguas como la niñera de los Banks, sino que comienza a crear una tristeza delirante en su interior y un innegociable rencor por no haber conseguido ganarse los corazones de Myriam y Paul, por no ocupar en sus vidas el papel que ella cree merecer. De este modo vamos asimilando el terrible desenlace, que conocemos desde el principio, desgranando sus motivos y su posible detección, si alguien hubiera puesto un poquito de atención en Louise.

Una fascinante novela que nos muestra descarnadamente las consecuencias que la soledad, la angustia y el rencor pueden generar en una persona aparentemente perfecta, tan cercana a la locura como cualquiera de nosotros. No te asustes y atrévete a leer esta historia… y no te arrepentirás.

“La vegetariana” de Han Kang

Cuando Yeonghye, una mujer discreta, sencilla y normal, muy normal, decide dejar de comer carne, todo el mundo se lanza a preguntarle el por qué de la decisión de hacerse vegetariana. Su respuesta sorprende siempre a su interlocutor e irremediablemente le golpea con la fuerza de un martillo: «Tengo sueños».

En La vegetariana, escrita en 2007 por la coreana Han Kang, descubierta poco a poco en todo el mundo (hasta el punto de obtener en 2016 el prestigioso Man Booker International) y editada en España por :Rata_, se nos narra la inevitable pérdida de la razón de una mujer sencilla, complaciente, tal vez feliz, que en nada destaca, ni para bien, ni para mal, a pesar de los maltratos sufridos a manos de un padre recto e irascible.

Dividida en tres partes, vivimos el camino completo que Yeonghye recorre huyendo del dolor y la sangre del ser humano, la crueldad y el asco, a través de las voces de sus personas más cercanas: en la primera parte, su desapegado marido narra el cambio de Yeonghye, el impacto de sus terribles pesadillas (narradas estas sí en primera persona, único momento en que pone su voz), que él, mezquino y egoísta, vive como una ofensa personal y una falta de consideración; en la segunda es el marido de su hermana, artista visual quien decide ignorar la enfermedad de Yeonghye y construir arte con ella sirviéndose de su cuerpo (en varios sentidos); en la tercera y última, su hermana mayor, con un inconmensurable sufrimiento, cuenta cómo la conciencia y la vida de Yeonghye se van apagando, aunque ésta crea estar cada vez más cerca de su objetivo de dejar de ser humana.

Un perturbador recorrido por el sufrimiento y el dolor provocados por la violencia del ser humano y el deseo de huir de su naturaleza. Una novela estremecedora y bellísima que no debes perderte.

“La vida negociable” de Luis Landero

Comienzo esta recomendación, si se me permite, parafraseando al poeta Jaime Gil de Biedmaque la vida era negociable, es algo que uno empieza a comprender más tarde.

Uno va aprendiendo que todo podría haber tenido un final distinto de haber sido hábil para negociar y en ocasiones se arrepiente de no haberlo sabido antes. Pero cuando uno lo aprende de muy joven, aprende a diseñar su propia vida, a manejar a los demás a su antojo y valerse de sus debilidades para conseguir beneficio… cuando uno lo aprende desde muy joven, tiene todas las posibilidades de convertirse en un monstruo.

Esta es una de las bases de La vida negociable, la nueva novela del genial Luis Landero, cuyas obras Absolución y El balcón en invierno ya recomendé anteriormente en el blog de Librería Canaima. En esta ocasión conoceremos a Hugo, un joven tímido y sencillo de un barrio madrileño, convertido en amo y señor de su madre por ser el guardián de su gran secreto. Hugo se da cuenta del tesoro que ha conseguido y aprende a negociar con él, sin tener en cuenta (cosas de la edad) las consecuencias que en todo su entorno puede generar una negociación desigual.  

El proceso que sigue Hugo para convertirse de adolescente peligrosamente poderoso en adulto megalómano e imprudente, se construye sobre sueños y constantes negociaciones con resultados desastrosos la mayoría de las veces. Todo ello, ayudado por su inesperado talento por la peluquería, tienta al protagonista a pensar en la existencia de un destino fatal e inamovible… pero solo lo tienta, porque Hugo, inasequible al desaliento, cree de veras que conseguirá todo lo que se proponga.

Una vez más, Landero obtiene un resultado fascinante con muy pocos ingredientes (los mismos que lleva utilizando desde que comenzó su carrera): su gran maestría narrativa, el humor, los sueños irrealizables y la supervivencia. En resumen, una novela que muestra la divertida tristeza que provoca la distancia entre fantasía y realidad. Landero es un genio de la narración costumbrista y en esta novela vuelve a demostrarlo.

Luis Landero

«Los milagros prohibidos» de Alexis Ravelo

El pasado viernes tuvimos el enorme orgullo de contar en El Sillón de Canaima con el premiado escritor grancanario Alexis Ravelo, en un encuentro en el que se dieron cita muchísimos de nuestros amigos, convertidos ya en sus auténticos seguidores (puedes ver las fotos del evento aquí). Pero en esta ocasión no vino para presentarnos una de las novelas negras y criminales que lo han convertido en uno de los referentes para los aficionados al género en todo el país, sino que acudió con motivo de la reciente publicación de la sobrecogedora novela Los milagros prohibidos, editada por Siruela.

Sin salir de nuestras islas, el autor nos narra una de las miles de historias pequeñitas, pero enormemente crueles y tristes que marcaron la España de 1936, «ese país donde Dios está siempre del lado de los mediocres»; historias de miedos cervales y de celos convertidos, por arte de la guerra, en excusas para perpetuar persecuciones y dejar marcas indelebles en la reputación de personas solidarias e inocentes.

Con un inteligente estilo, en ocasiones deliciosamente canario, con una enorme profusión de descripciones de la geografía palmera, pero sin resultar en absoluto lento o tedioso, Ravelo sigue la huída de Agustín, un joven maestro godo llegado por casualidad a La Palma y que pronto convertirá la isla en su hogar gracias al amor de Emilia. Humanista, conciliador, pero irremediablemente comprometido, huye a las montañas para no ser detenido (o algo peor) por los golpistas. Floro, conocido como el Hurón, falangista orgulloso y ferviente seguidor del General que, desde Gran Canaria dará la señal para la patética sublevación, emprenderá una interminable búsqueda en persecución de Agustín y dejar así, impunemente, viuda a Emilia, su fallido amor.

A través de estos personajes conocemos el verdadero inicio de un conflicto que, tras los siete primeros días, conocidos como La Semana Roja, en los que La Palma fue leal a la Segunda República,  tanto odio generó entre vecinos, entre hermanos (resulta terrible el encuentro de los hermanos Padilla en la casa de El Polaco), y que tantas décadas nos costó superar, si es que hoy se puede considerar superado.

Una dura y hermosa aportación del autor para la necesaria recuperación de la memoria histórica, para no permitir que episodios tan crueles como el de los huidos de La Palma, caigan definitivamente en el olvido.

(Publicado en el blog de Librería Canaima).

Ravelo en Canaima

“Derecho Natural” de Ignacio Martínez de Pisón

Cuando allá por el mes de diciembre, la editorial Seix Barral nos anunció su plan editorial para 2017, varias fueron las apuestas que nos llamaron la atención. Pero hubo una muy especial que hizo que la esperáramos con determinante impaciencia: en el mes de marzo, Derecho Natural, la nueva novela de Ignacio Martínez de Pisón


El autor zaragozano, residente en Barcelona que obtuvo el Premio Nacional de Narrativa 2015 por su novela La buena reputación, siempre nos ha maravillado con su prosa limpia, escrupulosamente depurada, pero a la vez tan cercana, y con sus historias pequeñas, pero intensas. En esta ocasión, nos anunciaban un nuevo paseo por la España de la segunda mitad del S. XX. Imposible no emocionarnos.

Por uno de los escasos privilegios de los que los libreros disfrutamos, no nos hizo falta esperar a marzo y hace unos días tuvimos la ocasión de disfrutar de la novela, en la que Ángel (hijo) nos desgrana el crudo resumen de su vida y el de su inestable y desordenada familia, en un país que en esos momentos se afanaba por seguir sobreviviendo a un régimen que ya boqueaba. 

La novela propiamente dicha (insertada entre un prólogo y un epílogo fascinantes sobre Big Demis, el mejor imitador del cantante griego Demis Roussos) comienza con uno de los primeros recuerdos de su protagonista: el primer regreso a casa de Ángel (padre) tras dos años de no dar señales de vida. Son los últimos años de la década de los sesenta en la ciudad de Barcelona donde, como en cualquier otra ciudad, no resulta fácil para una mujer abandonada y su hijo pequeño sobrevivir, pero en la que esa vida inesperadamente tranquila, a la que Ángel ya está acostumbrado, se tambalea: la familia vuelve a ser de tres.

Las continuas (y en ocasiones esperadas) apariciones y desapariciones de un eterno aspirante a actor, de un padre desastroso (tal vez más por infortunado que por sinvergüenza), condicionan la vida de la cada vez más numerosa e infeliz familia. Los acontecimientos históricos se van sucediendo (la muerte del dictador, la aprobación en referéndum de la Constitución Española, el 23-F…) y asistimos a la imparable evolución que la sociedad española experimenta, a la vez que el autor nos muestra cómo los personajes de la novela no solo van viviendo, sino que se van convirtiendo en seres de su tiempo, todo ello sin dejarse llevar (y esto se agradece enormemente) por los acostumbrados estereotipos televisivos ni por caracterizaciones facilonas. 

Una novela envolvente, intensa y tragicómica, de una calidad literaria apabullante con la que Martínez de Pisón vuelve a agarrar al lector por las solapas manteniéndolo atado al libro, a los Ángeles, a Luisa, a Manuel, las «gemelas» y a Demis Roussos.

No te la pierdas y apunta esta fecha en tu agenda: 21 de marzo, Derecho Natural disponible en tu librería.

(Publicado en los blogs de Librería Canaima y Librería Taiga.)

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“Patria» de Fernando Aramburu

«Como decíamos ayer…»

Pasaron ya las fiestas, esos días maravillosamente insufribles, pesarosamente entrañables… días que esperamos durante casi todo el año, pero que cuando llegan, terminan por saturarnos con tantos buenos sentimientos y alegrías. Sea como fuere, volvió la tranquilidad y con ella, los ratos para disfrutar de un buen libro.

Y nosotros queremos comenzar el año como terminamos el pasado, recomendándoles libros para que no dejen nunca de disfrutar de la lectura. En esta ocasión queremos comenzar el año con el que, a nuestro modesto modo de ver, fue el mejor libro editado en España en 2016: nos referimos a Patria, de Fernando Aramburu, editado por Tusquets Editores. Una obra maestra que, o mucho nos equivocamos, o entrará a formar parte de los clásicos nacionales en no demasiado tiempo.

Y es que la novela nos sitúa ante un tema casi tabú en nuestro país durante muchos, demasiados años: el terrorismo de ETA, hablándonos sin tapujos y sin demasiados miramientos de la forma en que los habitantes del País Vasco han sufrido la tragedia durante más de cincuenta años.

Nos encontramos en un pueblo de mayoría abertzale cercano a Donostia-San Sebastián, ante el inesperado, pero temido reencuentro de dos mujeres vascas vascas (con todo lo que ello conlleva), amigas de la infancia, de meriendas e incluso de vocación religiosa, cuyas vidas han sido separadas por los muros de la incomprensión y la intolerancia: Bittori cuyo marido El Txato, un empresario valiente (o temerario) que decidió hacer frente al chantaje, es asesinado por ETA, y Miren cuyo primogénito se pudre en una cárcel española, metido en la lucha armada por un odio clavado en las entrañas a fuego y represión. Las llagas, el dolor y el rencor van creciendo en ambas a la par que crece en la sociedad la distancia entre los unos y los otros.

Con una magistral puesta en escena, el autor hace un enorme ejercicio de empatía, dejando que los personajes implicados cuenten su visión de lo sucedido, todos ellos guiados por un narrador, convertido en un personaje más (magnífico el juego literario que Aramburu crea cuando el narrador pide explicaciones a los personajes) y con un uso del lenguaje tan cercano y real que nos introduce en la novela con una facilidad pasmosa.

Una conmovedora obra que fascinará tanto a quienes han vivido de cerca el drama cotidiano (por la facilidad que encontrarán para identificarse con uno u otro personaje) como por quienes, desde lejos, hemos asistido, sin comprenderlo muy bien, a un asunto totalmente ajeno, pero que acabó salpicándonos a todos. Si se nos permite la osadía, creemos que Fernando Aramburu ha dado en el clavo y ha escrito, dicho sea con el permiso del gran Ramiro Pinilla, la Gran Novela Vasca.

(Publicado en el blog de Librería Canaima de Las Palmas de Gran Canaria.).

«La pecera» de Juan Gracia Armendáriz

Alcohol, humor, violencia, amor… hay que ser muy valiente para atreverse a crear una historia con estos ingredientes sin caer en la sensiblería, el buenismo o el ridículo. Pero no se trata de un aspirante a escritor que busca una historia impactante: hablamos de Juan Gracia Armendáriz, el narrador que fue capaz de, contándonos de un modo casi despreocupado su día a día, hacernos sentir cada síntoma de su enfermedad en Diario del hombre pálido; el mismo que supo narrar sin alharacas ni artificios la más pura soledad en la fascinante y premiada La línea Plimsoll (por desgracia hoy descatalogada y casi inencontrable).

Ya en el primer capítulo nos damos cuenta de que, en efecto, será duro leer esta novela: Miguel Quer conduciendo por una carretera secundaria, escuchando la tontorrona Ride like the wind, acelerando más y más porque el vodka le impide sentir el frío y el miedo, un conejo testarudo que se empeña en no apartarse y en morir inútilmente bajo su coche, unas luces de neón que anuncian una whiskería como una chispazo que le ilumina y ciega su mente, un lugar al que no debería entrar, pero entra. No importa lo que pase siempre que haya una gasolinera abierta donde pueda comprar más whisky.

Nunca sobrio, apenas vivo, pasaba en su pecera sus días este profesor de literatura cansado de las clases y de la literatura misma, «navegaba por el pestilente río del llanto y alcanzaba el mar de la ira; regresaba hasta la desembocadura del silencio para remontar el río cenagoso de la autocompasión, luego el nacedero del resentimiento», nadando y boqueando junto a su Ana, antes de que ella decidiera saltar y volver a convertirse de nuevo en persona.

Mientras continúo leyendo, sobrecogido revivo la escena en la que un enloquecido y borracho Joe (Jack Lemmon) busca en el invernadero la botella que quedó escondida entre las macetas en Días de vino y rosas de Blake Edwards, y vuelvo a sentir la terrible angustia de Don (Ray Milland) al destrozar su apartamento por esa botella de whisky que no aparece en Días sin huella de Billy Wilder. Y duele.

Pero sigo leyendo porque lo que leo es sorprendente, excepcional. A la agotadora lucha sin esperanza de quienes quieren sacar a Miguel de su pecera (aunque no lo recuerden, casi todos los alcohólicos tienen alguien que les aprecia y lucha para que se curen) se unen unos inteligentes monólogos de una deformada realidad, «realidad cubista reflejada en un espejo roto» (realidad de borracho) y a muchos momentos de una brillantez literaria apabullante en esta magnífica novela.