(Recomendación escrita para el blog de Librería Canaima de Las Palmas de Gran Canaria.) Es bastante habitual que cada uno de nosotros sea fiel a una costumbre y la use como punto de partida de un nuevo tiempo. Lo más normal es que esto suceda con el cambio de año en la Nochevieja, o quizá con el magnífico desmadre de las fiestas del Carnaval. Pero somos muchos quienes, por una razón o por otra (emotiva casi siempre), nunca olvidamos buscar un lugar hermoso y apartado de las luces de la ciudad para contemplar, en la noche del 10 de agosto, esa lluvia de estrellas que provocan las Perseidas. Esa única noche en el año en la que brotan en el cielo las lágrimas de San Lorenzo.
Ciertamente faltan algunos meses aún para que los amantes de esa noche podamos poner de nuevo el reloj de nuestra vida en hora y ser conscientes de que otro año se ha ido. Pero gracias a la nueva novela de Julio Llamazares, hemos podido revivir esa cálida noche en el mes de mayo y queremos que la compartan con nosotros.
«Las Lágrimas de San Lorenzo» es una novela en la que su personaje principal, profesor de literatura española, aprovecha la noche de las estrellas fugaces para acercarse a su hijo Pedro, que vive con su madre en París, y mostrarle el espectáculo que su propio padre le había enseñado cuarenta años antes, tumbados en la era de su abuelo de su León natal. Esto sirve de hilo argumental para, rememorar las frases de sus autores clásicos favoritos y realizar un recorrido por la vida del diletante profesor universitario que no quiso ser, por las verdades que tuvo que asumir sin creer apenas y por esos momentos vividos en distintas ciudades del mundo, de las que continúa huyendo casi desde el mismo momento de llegar. Incapaz de encontrar su lugar en el mundo, sabe que sus únicos vínculos válidos con la vida son su memoria (en pocas ocasiones feliz), la acongojante conciencia del paso del tiempo y su única e incompresible obra verdadera: Pedro.
Este librero aún recuerda la profunda impresión que produjo en él el descubrimiento de «La Lluvia Amarilla» hace ahora 25 años y desde entonces, con cada novela del genial autor, ha esperado volver a vivir unas emociones similares con su lectura. Con esta obra, nos atrevemos a decir que Llamazares, sin grandes juegos de artificio, ha reencontrado la emocionante idea de narrar de un modo crudo, pero muy hermoso, la soledad, la melancolía, la fugacidad de la vida y la memoria.
“Porque las lágrimas de San Lorenzo no son sólo una metáfora del tiempo. Son sobre todo la prueba de que la vida es apenas una luz en las tinieblas de un universo infinito, pero a la vez tan fugaz como los deseos del hombre”